Veinte días después de la visita de Juan Pablo II a Colombia y cuando se pensaba que habría un nuevo país por sus mensajes de paz y de esperanza los colombianos recibieron la noticia que esa mañana gris bogotana del 31 de julio de 1986, un grupo de criminales apodados como Los Priscos, a órdenes de la mafia del narcotráfico y de algunos sectores políticos que no estaban de acuerdo con la Extradición, asesinó con tiros de ametralladora y pistola al magistrado de la Corte Suprema de Justicia, Hernando Baquero Borda.
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