Fácil, la extrema izquierda de los que están hartas amenaza con repetir la historia de hace cerca de un siglo. Los extremos populistas estaban cogiendo poder, con un evidente sacrificio del llamado “Centro “o de mis país.
Veamos, al principio de la nueva era política éramos básicamente bipartidistas. Algunos partidos menores solían ser decisivos cuando la mayoría no era absoluta con votos. Pero no se gobernaba en coalición, más bien se limitaban a pactos de yo te doy mi apoyo por “x” y luego desaparezco. De tal forma que en la práctica era un estado democrático bipartidista. Tras la crisis económica, política y los grandes casos de corrupción y demás lindezas de los dos grandes partidos, aparecieron más. En concreto dos, uno abiertamente de izquierdas que algunos tintaban de extrema izquierda y otro de centro cuya política era liberal económica.
Hace unos años, ambos tuvieron la oportunidad de cambiar las cosas, pero prefirieron otras cosas en vez de fomentar el poder que podían llegar a tener. A lo largo del tiempo, esto llevo a que los votantes les abandonaran sintiéndose defraudados por cosas que no sucedían.
En aquel momento en uno de los partidos antiguos se crea un gran cisma con un nuevo líder a la cabeza. Otra oportunidad que se desaprovecha para en vez de hacer nueva política, seguir mantenido una forma de hacer que ya se veía no llevaba a nada bueno.
Entonces venga de elecciones, he olvidado cuantas papeletas he rellenado ya… Pero como los políticos no deseaban trabajar sin las facilidades del pasado, preferían no hacer política y volvernos a llamar a las urnas.
En esta constante llamada de la tribu a las urnas fueron cabreando, creando descontento, desinterés y entonces la voz populista de la extrema derecha se dedicó a decir que ellos sí cumplen. Nada más importaba en ese momento, más que alguien que cumpliera.
La izquierda muerta de miedo, decidió boicotearles pidiendo un voto por miedo. El voto de “vótame a mí que si no viene la bicha”. Sí, consiguieron que no saliera la bicha ya aun así no formaron gobierno, por nuevamente no hacer de políticos. No intentar ceder, llegar a puntos en común, y un largo etcétera que se puede leer en muchos libros.
Las elecciones se repitieron una última vez y “la bicha” crecía. La derecha se había diseminado y casi diluido, dando más poder a la nueva extrema derecha que nunca se avergüenza de serlo.
Fue justamente entonces cuando por fin se formó el gobierno. El miedo, justamente el miedo, hizo que en secreto y que dos días o tres las elecciones, la izquierda dijese “venga que esta vez sí vamos a dialogar ya afirmar gobierno”.
Un gobierno que huele a cambios, pero también huele a oportunidades perdidas y huele a unión por miedo a un enemigo común. Un olor que no estoy segura de que me guste o por fin de algún resultado.
Mi pregunta sigue siendo la misma, ¿por qué los políticos españoles no quieren hacer política real? ¿Por qué para muchos políticos gobernar ha sido y pretenden que sea una forma de dictadura que se renueva cada cuatro años?.
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El PSOE ha pactado con
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