Siempre estoy cansado.
Me levanto todos los días a las cinco de la mañana para tomar el bus a las seis y estar en el trabajo a las 7:30. Ahí estoy hasta las 5:30 de la tarde, salgo a alguno de mis empleos alternativos (el dinero no alcanza), llego a casa y me quedo dormido cerca de la medianoche, siempre al frente del televisor. Me levanto a las cinco de la mañana para tomar el bus a las seis.
Los sábados, si no tengo que ir a mi trabajo oficial, busco un turno de algo o un servicio que me deje una entrada adicional. Un trabajo de medio día implica que llego a mi casa a las tres o cuatro de la tarde, con todo el cansancio de la semana. Aprovecho para organizar y lavar la ropa. El domingo salgo a comprar lo que me falte para la semana de trabajo y, ya en casa, sueño con más descanso mientras alisto ropa, zapatos y comida para el lunes.
Llevo casi seis meses intentando leer un libro. Espero que me enseñe muchas cosas. En una de las últimas páginas que alcancé a leer (no he pasado ni de la mitad), dice:
El tiempo es solo un constructo imaginario. Siempre tienes tiempo para lo que quieres.
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