Dom, 12/04/2022 - 15:45

El arte de vivir

Reseña de "Las olas", novela de Virginia Woolf.

El sol aún no se había alzado. Sólo los leves pliegues, como los de un paño algo arrugado, permitían distinguir el mar del cielo”. (Woolf, 1931, pág. 9)

Las olas de la escritora Virginia Woolf (The waves) de 1931, es una obra que hace un paréntesis en la literatura presentando una nueva manera de narrar, de sentir, de interpretar y simbolizar la literatura.  Esta autora londinense nos abre el camino a un inmenso bosque en el cual el recorrido a través de esta historia es una gran metáfora de la vida. 

El camino que se presenta a lo largo del desarrollo del libro hace que el lector necesite un acercamiento al propósito de la autora para entender a profundidad lo que se está proponiendo en la narración. 

Es por ello que al aproximarse a la obra, el lector debe convertirse en un lector modelo de segundo nivel, que sea capaz de interactuar con el libro, de convertirse en un agente activo en la lectura, tal como afirma  Umberto Eco “un texto es una máquina perezosa que espera mucha colaboración del lector”. En este mismo orden de ideas, Las olas es una novela que merece que quienes se acerquen a ella se introduzcan a fondo, ya que no es una narración convencional, por lo tanto,  necesita que el lector asimile y relea, para caer en la cuenta de detalles importantes que la autora no hace de manera explícita. Y es por eso que, Las olas, es una novela que tiene todos los instrumentos para hacer de ella una historia compleja, pero a la vez atrayente para lectores ideales.

De lo anterior producido por un “acercamiento al autor modelo, entendiendo que quiere el autor modelo del lector, dando como consecuencia un lector modelo cabal”. En Las olas se pueden evidenciar movimientos narrativos complejos, ya que se juega con el tiempo de manera no sutil.

Esta historia que nos habla de la vida de seis personajes, los cuales acompañarán al lector en el recorrido en el bosque, en forma de soliloquios y monólogos interiores, lo cuales están cargados de un peso emocional del que lo internaliza, donde se expone la forma de percibir el mundo y a los demás. Paralelamente, apoyando la idea de las relaciones de la vida con las olas del mar. De igual manera, se torna un elemento descriptivo de cada fase de la historia y es por lo anterior, que la obra se vale de recursos literarios los cuales le darán más fuerza a la intención de la autora. “sostengo un tallo en  la mano. Soy el tallo, mis raíces descienden hasta las profundidades del mundo, a través de tierras secas, de roca, a través de húmedas tierra, de vetas de plomo y de plata” (Woolf)

Asimismo, Virginia Woolf presenta una concepción de tiempo el cual despliega eventos importantes para la comprensión de la obra, siendo un papel importante en la generación de la trama en la novela; el cual consiste en un simbolismo que recurre a las partes del día dando relación de ésta a las etapas de la vida del ser humano, en este caso de los personajes de la obra. En este mismo orden de ideas, el amanecer nos representa la infancia, la mañana la adolescencia, así como el medio día la llegada a la adultez, de igual manera la tarde como el progreso de la vida en la vida adulta y finalizando con la noche, el cual hace alusión a la vejez: metáforas  nutridas de los simbolismos que caracterizan a la autora. “El sol alzado ya no se recostaba en un colchón verde. Lanzando ocasionales miradas a través de las líquidas piedras preciosas, descubrió su rostro y miró rectamente por encima de las olas” (Woolf).

Con lo anterior en la obra se juega con los lapsos, de manera que el lector se encuentre con figuras tales como, la analepsis y la prolepsis; estas son figuras literarias que se valen del juego con el tiempo narrativo para hacer la trama entretenida: ya sea profundizando en recuerdos, o anticipando al lector a sucesos que le darán fuerza a su comprensión del texto, proponiendo una variación de las miradas narrativas. “la analepsis parece reparar un olvido del narrador, la prolepsis es una manifestación de impaciencia narrativa”. En consecuencia, la analepsis en la obra conecta momentos  presente- pasado) para valerse de ello y desarrollar la intención de la autora recordando los sucesos, brindándole a estos más fuerza al presente, sobre todo con el propósito de darle mayor comprensión al lector de lo que se expresa o se siente en el momento.

“¿Hay algo permanente? También nuestras vidas fluyen y se alejan por avenidas sin luz, más allá del límite del tiempo, anónimas. En cierta ocasión Neville me arrojó un poema a la cabeza. Súbitamente convencido de la inmortalidad, dije: también yo sé que Shakespeare sabía. Pero esto ha pasado ya” (Woolf).

De modo similar actúa la prolepsis en la mirada narrativa de la novela para que el lector conozca un hecho del futuro con la intención que pueda anticiparse a lo que le sucederá al personaje. “Mientras en pie miro a través de la ventanilla del tren tengo la extraña y fuertemente persuasiva sensación de que en méritos de mi gran felicidad (voy a contraer matrimonio) me he convertido en parte de esta velocidad, de este cohete lanzado contra la urbe”. A causa de lo anterior, el lector debe tener cuidado ya que se verá en el compromiso de lector idóneo en regresar a las páginas anteriores para proporcionarle sentido y sustentar con el pasado o el futuro lo presente. “El lío de estos aspectos narrativos frente a un lector de primer nivel que no determina algunos aspectos y que sólo puede manifestarse en el lector de segundo nivel”

Llegado a este punto, la obra de Virginia Woolf nos muestra una historia no lineal, que ofrece una línea de tiempo clara, pero que a su vez al jugar con los tiempos brinda una trama establecida. Todas las historias nos ofrecen la fábula (tiempo de la historia) en donde se muestra un inicio (la niñez de los personajes) un desarrollo (la adolescencia y la llegada a la adultez, y la vejez como desenlace) que comprendemos como la estructura del relato. Así mismo, la trama de Las olas, se empalma con la voz narrativa (intradiegético) combinado con algunos diálogos entre los personajes ocasiona que la entrada en el bosque y su exploración sea enriquecedora para el lector de segundo nivel y el lector idóneo.

Específicamente, en la trama el lector se enfrenta a una atmósfera que hace posible desarrollarla mediante la fábula, acompañado a su vez con el discurso, el cual es fundamental para relacionarse con los personajes y conocer sus intenciones, emociones, y pensamientos tal como  lo comenta Eco, “es evidente que en ese momento el autor modelo no se manifiesta como modo de organizar la fábula a través de una trama, sino a través del discurso narrativo”. Pero esta vez sí se presenta una trama marcada, la cual le da sentido y giros importantes que asombran en la historia al lector. De un beso entre Jinny y Louis, pasando unos momentos juntos acostados en el pasto, analizando a los demás, o ya sea escribiendo frases en libretas, la entrada a la universidad, convertirse en adultos, trabajar, casarse y tener hijos, el reencontrase,  hasta un salto en la historia debido a la muerte de algunos de ellos, envejecer y rememorar  la vida, y morir. Todo esto pasando por orientaciones de la autora para que el lector entienda, descubra y redescubra cosas importantes en la trama.

¿Quién soy? He hablado de Bernand, Neville, Jinny, Susan, Rhoda y Louis. ¿Seré acaso todos ellos a la vez? ¿Soy uno distinto? No lo sé. Aquí estamos sentados, juntos. Pero Percival ha muerto, y rhoda ha muerto; estamos divididos; no estamos aquí”. Cabe destacar la importancia de que el lector suscite el entendimiento de los órdenes de sucesos en la historia, ya que con la complejidad de esta al sumergirse de manera profunda y acercarnos a la narración lo anterior citado no carece de sentido y la secuencia de este tendrá lógica. “El lector de segundo nivel se da cuenta, en cambio, de que estas evocaciones siguen un orden, que estos repentinos embrayages o conmutaciones temporales y estos subitáneos y rápidos regresos al presente narrativo siguen un ritmo”

A medida que estamos caminando en el bosque de Las olas, y el lector idóneo que la obra requiere se asombra e interroga, interpretándose en el lenguaje del libro que se vale de varios tropos literarios, debemos ser capaces de concebir verosimilitud en lo que leemos, resignificando el mundo (el bosque) y poder recurrir en el texto de realidad e invención.

La autora se sirve de los recursos que ofrece el mundo (limitado) pero no se queda con eso, ya que lo utiliza de fondo para nutrir el mundo ficticio (ilimitado) que desea alimentar. En la novela, se puede evidenciar el cambio del tiempo, los meses del año, los sucesos en el tren y lo que a raíz de ello se presenta, así mismo los lugares y las descripciones brindadas en el texto, de igual manera lo que le acontece a los personajes, en cierta medida hasta sus pensamientos. “Cuan rubia y extraña, dijo Bernand, destellante, plagada de agujas y cúpulas, se extiende la ciudad de Londres bajo la niebla ante mi vista. Guardada por los gasómetros, por las chimeneas de las fábricas, duerme mientras nosotros nos acercamos a ella”.

Esto se puede analizar en la obra como un mundo real que dispone de sus personajes para hilar los sucesos, de igual manera, como el lector vive en su realidad, y mediante sus acontecimientos diarios, surge una historia (reconocerse en la obra) así, de esta forma, la novela es una invitación a reflexionar sobre nuestra vida, que así mismo, se basa de ficciones y  realidades que hacen más amena la lectura en el lector idóneo, siendo un reflejo en el cual este se sumerge y enriquece su forma de ver la narración.

Finalmente, el lector en el fondo del bosque, ha logrado percibir más que una historia, una radiografía personificada en seis individuos que hace alegoría a la vida misma, a la vida del ser humano, que la autora quiso exponer hoja tras hoja, historia, reflexión, descripciones, pensamientos, lo cual está enlazado en un hastío de la vida, del trabajo de la muerte, recuerdos en la capilla y el prado, los pájaros cambiando según la hora del día, las olas del existir, todo en un lenguaje delicado, donde todo tiene un antes, un después y una consecuencia. Es el arte de vivir.

 

 

 

 

 

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