Me encuentro en un mar lleno de dolor, de tal manera como en el mar normal, nadie me puede sacar, porque es gigante y profundo, él ahoga mis gritos cada vez que intento pedir auxilio; con sus fuertes olas me arrasa sin dejarme respirar, ni pensar y sé que lo único que puedo hacer es intentar no hundirme e ir hacia tierra firme, con todas mis fuerzas, por mucho que duela, porque en sí mi vida dependerá de ello.
Nadie puede auxiliarme, nadie puede escucharme, no hay nadie cerca, solo yo y mi fuerte batalla dentro de este dolor sin fin, donde solo tengo dos tenues opciones, dejarme hundir y morir o hacer lo que esté a mi alcance y sobrevivir.
Si sobrevivo podré contar esta historia e incluso alentar a muchos; se deslumbrarán, pero jamás la entenderán como tal, no se mencionará la aflicción que tuve que soportar, ni la fuerza que tuve que mantener, para no perder la cabeza y lograr salir y llegar a flote de cara al sol.
Si no sobrevivo, muchos describirán mi pérdida, pero luego lo superarán, quizás, me vuelva una historia vieja para ellos.
En cualquiera de las opciones que decida tomar, los demás no se verán tan afectados como lo hago yo, la principal víctima de este mar arrecio, imponente… Ahora entiendo que debo tomar una decisión y debo hacerlo sola, puesto que no tengo tiempo, ni con quién contar, solo conmigo misma, ya que el mayor resultado de esto se verá reflejado en mí.
¿Así que debo tomar esta decisión sin pensar en los demás? Sí, así es.
Debo tomar esta decisión de momento pensando solo en mí. Teniendo claro esto, la pregunta que debo hacerme ahora es: ¿Qué continuará?
Por: Yuliet Rojas
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