Mié, 02/07/2018 - 07:33

Retrospectiva del cineasta brasilero Glauber Rocha, la voz inconforme e irrepetible del Cinema Novo

“Hay muchos negros sufriendo, oprimidos en el mundo, cada uno que se libere puede liberar a otros mil”, dice el antagonista de la primera película de Glauber Rocha, una máxima que podría resumir las bases de su cine: profundamente político, arriesgado y vanguardista; además de renovador no solo por sus temas sino por las formas y lenguajes que encontró para abordarlos.

El Festival Internacional de Cine de Cartagena de Indias -FICCI- rinde homenaje al líder del Cinema Novo, movimiento que, desde la década de 1960, reunió a una generación de intelectuales y artistas brasileños que utilizaron el arte como una forma de pensamiento y una práctica política y cuyo legado tiene una plena vigencia hoy, aunque hayan cambiado las circunstancias que lo inspiraron.

Nacido en 1939 en Vitória da Conquista, en el estado de Bahía. Tras estudiar leyes y ejercer el periodismo y la crítica cinematográfica, Glauber Rocha encontró en el cine la manera de hablar de la singularidad y la fuerza de un Brasil que, como el resto de Iberoamérica, estaba plagado de profundas inequidades sociales y gobernado de manera catastrófica por viejas élites y diversos autoritarismos. Durante la dictadura militar que se impuso en Brasil desde mediados de los 60, Glauber Rocha se autoexilió en varios países de Europa y América Latina durante una década –desde 1971– y sólo regresó a su tierra natal para morir prematuramente a los 43 años.

Su cine, marcado por las urgencias políticas y a la vez determinadamente arriesgado y vanguardista, logró consolidar su propia estética, marcada por lo que él mismo desarrolló en sus manifiestos teóricos (la violencia, el sueño, el hambre y el delirio). Construyó así mismo la idea de una utopía propia, en diálogo con el mundo y en permanente tránsito:“El Cinema Novo apoyó la utopía brasileña. Si es feo, irregular, sucio, confuso y caótico, es, al mismo tiempo, bello, brillante y revolucionario”.

Rocha blandió sus convicciones de izquierda en casi todos sus filmes, también una profunda empatía por sus personajes y una enorme capacidad de transformar tradiciones e influencias diversas bajo un prisma propio. Sus diez largometrajes, pero sobre todo Dios y el diablo en la tierra del sol (1964), Tierra en trance (1967), La edad de la tierra (1980) y Antonio das mortes (1969), son claros exponentes de esa inconformidad y de esa necesidad de rebelión y cambio que lo acompañó toda su vida.

Hizo cine en las mismas décadas de Godard o Rohmer al frente de la Nouvelle Vage francesa, de Polanski, Tarkovski, Buñuel, Kurosawa, Cassavetes, grandes nombres que encontraron una manera de narrar única y de profunda significación. Desde Brasil, cansado de que el “tercer mundo” fuera solo parte de un relato exótico, estereotipado, lastimero o paternalista narrado desde la visión eurocentrista o desde el todopoderoso Hollywood, Glauber Rocha entendió que no servía hacer cine solo como manera de resistir de forma pasiva, sino que éste debía convertirse en un arma para subvertir conciencias y sacudir el orden establecido.

Esta retrospectiva se realiza en estrecha colaboración con el Festival Márgenes y con el apoyo de Paloma Rocha Produções Artísticas e Cinematográfica Ltda. y la Filmoteca Española. Siete de las producciones de Rocha harán parte de esta retrospectiva que presenta el FICCI 58: Barravento (1962), Dios y el diablo en la tierra del sol (1964), Tierra en trance (1967), Antonio Das Mortes (1969), Cabezas cortadas (1970), León de siete cabezas (1971) y su última película, La edad de la tierra (1980). 

 

 

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