Dom, 08/08/2021 - 09:37

Yo no me concibo sin inventarme el mundo de muchas formas: Mauricio Palomo Riaño

Mauricio Palomo Riaño estudió literatura y es autor de tres libros de cuentos. El más reciente, publicado por Fallidos editores en 2021 se titula "Destechados". "Dentro del libro existen muchos universos particulares al interior de los personajes", comenta el escritor.

Compartimos la conversación de Pedro Absconditus con el autor con a propósito de su libro, la literatura, los lectores a los que aspira y sus fuentes de inspiración.

¿Qué significa para ti ser escritor?

Hay una inconmensurabilidad de imágenes que se le vienen a uno con esta pregunta. Me gusta pegarme mucho a las citas de autores para poder responder, porque me siento afiliado a ese tipo de líneas. Y es inevitable no traer a Cioran cuando dice que con la escritura uno exhuma mucho de lo feo y de lo bueno que se tiene en la interioridad, y eso le hace a uno extensiva la vida. Si no hubiese optado por la escritura y por la publicación de lo que escribo me habría muerto hacía rato. Eso o habría sido un asesino, seguramente.

¿Desde dónde escribes?

Desde la realidad, me paro en mi contexto, en el tiempo que me tocó vivir, diviso, conozco, vivo lo que escribo y lo demás se lo presto con la imaginación. Escribo con honestidad, seguro, y con la fuerza que quisiera que me leyeran.

¿Cómo la escritura da sentido a su existencia? ¿Qué es la literatura?

Yo no me concibo sin inventarme el mundo de muchas formas, dotándolo de imaginación y de realidades, me afilio al hiperrealismo y lindo con lo sucio y lo degradado, aun cuando el registro poético en la prosa también lo quiero dejar percibir. Yo ya no me concibo de otra manera, la literatura es un nombre de mujer que se me ha instalado desde el principio en el centro de los huesos. Es un arte errante, vagabundo, un espejo de tinta en el que te asomas y te encuentras, aquí o allá, en todos lados. Lo manifestó Cortázar: Decir literatura y vida ha sido para mí siempre lo mismo. De Arreola es mi cita predilecta cuando habla de hacer una última confesión melancólica, el no haber tenido tiempo para ejercer la literatura pero haber dedicado todas las horas posibles para amarla. De eso se trata, en mi caso. Siempre se ha tratado de eso.

¿Qué métodos narrativos usas?

Varios, puedo usar elementos biográficos hibridados con caracterizaciones de personajes ficcionales que me invento, a partir de la observación que percibo de mis entornos, La realidad ha sido la veta. De todo lo que he escrito, no hay un solo ápice en un relato mío que no tenga como punto de partida un hecho real, porque siento que la literatura también puede llegar a ser un documento histórico, con otros lenguajes, de otras maneras, con una serie de artilugios y de atractivos que el lector puede almacenar y recordar mucho más que lo contenido en la enciclopedia de historia del anaquel de la academia, que muchas veces le miente.

¿En qué crees cuando escribes?

Creo en mi intuición, veo en mí al lector que me leerá, y si me autoconquisto escribiendo sé que el trabajo ya está hecho, porque habré conquistado al lector que me habita, escribo para mí, pero sé que el trabajo proliferará en otros, sin jactancias, porque la verdad es que lo que escribo es lo que veo, y lo que veo en una sociedad cáncer como la nuestra, termina a uno calándole. Creo en mis afectos, en las emociones, en la vida, en el amor, en la muerte, los temas capitales de la literatura.

¿Cómo desarrollar una imaginación creadora?

Todos la tenemos, es cuestión de soltar la mano, de leer a los otros, de gustar de la lectura y de empezar a hacer posible ese desdoblamiento voluntario que constituye la magia de escribir, que la trama fluya y que los personajes sean verosímiles. Márquez hablaba también del don y de la disciplina, son dos vínculos que no se pueden deslindar a la hora de escribir. La sensibilidad creo que también nos ayuda mucho a la hora de imaginar y de ficcionar, todo se trata de evadirnos, de generar el punto de fuga, tan vital, tan necesario en tiempos oscurecidos.

¿Qué tipo de lector has construido? ¿lector de clásicos o de contemporáneos?

Le he querido dar la vuelta al héroe, me gusta constituir a los antihéroes como seres verdaderos, reales: el fracasado, el frustrado, los que pueden hacer un día realidad el sueño que siempre les fue escindido, mis personajes están llenos de prototipos reales, son seres humanos, es imposible no creérselos, y siento que el exitoso no tiene la poesía que el perdedor sí, tendrá el dinero, pero la sensibilidad, el arte, le faltará siempre por algún recodo, y eso es algo que uno negocia y que lo hace a uno verdaderamente feliz. Esencialmente he tratado de construir un lector de contemporáneos, pero sin olvidar jamás la tradición, en mis cuentos hay metaliteratura, portales que se deslizan hacia los clásicos, creo que la literatura para contemporáneos no deja de ser en el fondo un umbral para entrar a la tradición, a los maestros primigenios que nos dieron los pases mágicos y que se inventaron el mundo con las palabras.

Háblenos de un autor que le hay enseñado a escribir ¿Y por qué él, cómo apareció?

Edgar Allan Poe, sin duda, apareció entre la permuta de bibliotecas rodantes y entre la venta de piratería de andén en los años en los que no había para comprar libros de primera. Sus cuentos de terror me alienaron la psicología desde que era un adolescente, luego me di a su búsqueda, a todo lo que pudiese hallar de él, propio y de otros, me lo instalé en la piel, y me habita como una luz tutelar, es un maestro de inicios y finales, y el cuerpo de los relatos es la unión coherente y brutal del primer párrafo con el último, me impregnó, me cubrió con su manto lúgubre y puedo asegurar que uno es feliz en las sombras, que hay Eros en el Tánatos. Poe le enseña a uno eso. Aparte lo exacerbadamente humano que fue, lo sensible, la interioridad de Poe es una lumbre para todo su universo de oscuridades. Es toda una paradoja, bellísima por demás, que uno de los escritores que más infunde terror con la prosa hubiese sido tan frágil y tan afectuoso en su vida personal. Una belleza.

¿Qué consejo no darías a los jóvenes escritores?

Que no leyeran decálogos para escritores (excepto el de Borges), que no aceptaran a rajatabla las normas para escribir, que no fueran a talleres mecánicos, de académicos fríos y siniestros que lo único que hacen es acabar con la magia. Las rutas de la imaginación siempre irán en contravía a las de la instrucción.

¿Qué podrías decir de la literatura colombiana que se escribe hoy?

La defiendo mucho, se están haciendo cosas geniales en el cuento, en la poesía, en la novela. Los autores de hoy están entendiendo que aun cuando la violencia nos sigue permeando hay otros campos, hay otros matices, hay otras maneras de crear portones para entrar a la imaginación. Voces potentes hoy que otrora no habían, escritoras y escritores con literatura prolífica. Autorías de mucha fuerza y mucha exuberancia en el underground, incluso más que en la potencia de las publicaciones de las editoriales hegemónicas, a mí me es más honesto el trabajo del sótano que el de la guardilla, y Colombia sí que tiene lumbre en el sótano, hay que apoyar más la escritura emergente, definitivamente será el rescate de muchas de esas voces las que harán posible la historia de la literatura colombiana del tiempo que nos convoca.  

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