"¿Saben lo que es un 'crack', niños?", pregunté. Ambos asintieron. Estaban en la última fila del bus que los llevaría al hotel donde se habían alojado durante el festival, junto a la ventana, sentados uno al lado del otro. Tenían los ojos rojos de haber llorado. "Bueno, pues ustedes son eso: son unos cracks. Yo toco guitarra, pero quisiera tener la mitad del talento que ustedes tienen", les dije. Ambos me miraron. Luis Andrés apartó la mirada de su teléfono celular, Samuel sonrió. Les dije que quería entrevistarlos.
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