Febrero 09, 2018
Todo comenzó con mi cercanía cordial con un ex compañero de trabajo, con quien después de tomarnos unas cuantas cervezas con otros compañeros, se ofreció a llevarme hasta mi apartamento dado que le quedaba de paso. Durante el trayecto me convidó a que siguiéramos tomando y ofreció su apartamento. No tuve problema alguno y fue así como acabé en su aposento hablando de todo un poco, especialmente de música y literatura. Acto seguido, un inesperado cortejo sexual inició. Comenzó a besarme, aunque mi lenguaje corporal le estuviese emitiendo un juicio, no de reproche, sino de sorpresa, pues mi trato con él durante mi permanencia en la empresa había sido cordial desde el comienzo, ameno, el de dos personas que podían hablar muy bien entre ellas, compartir gustos y reírse mutuamente. Jamás hubo coqueteo ni ninguna clase de insinuación de parte de él hacia mí ni de mí hacia él.
Leer más...