Es difícil estar lejos en Navidad cuando se tienen afectos tan fuertes en el lugar que nos vio nacer, crecer, triunfar, fracasar, reír y llorar. Mucho más cuando allí están las personas que le han dado sentido y propósito a nuestras vidas. En mi caso, mi hijo mayor Nicolás, mi madrecita y mis siete hermanos y hermanas con todas sus familias. Además de los amigos y amigas del alma y todos esos recuerdos que sumados solo tienen un nombre: Vida.
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