Más que una estrategia para desacreditar al gobierno de Colombia y defender el régimen de Venezuela, es un descaro decir que desde Bogotá se está fraguando una diplomacia de guerra contra el vecino país.
No se puede pretender creer que los colombianos son miopes ante la realidad que se vive en Venezuela, cuyas consecuencias las sufren en carne propia su pueblo y en forma directa territorios como el nuestro, donde ya se cuentan cerca de un millón de inmigrantes.
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