Me acaban de ofrecer un empleo de ensueño, algo así como lo que soñé desde que empecé a ser un lector, por allá en los tiempos en que no existía Internet, en las cavernas, podríamos decir. Me llamaron y me soltaron la bomba como si no hubiera un mañana, a lo mejor porque en lo laboral no lo hay, o porque a nosotros, los que nos dedicamos a escribir el mundo, no tenemos ni mañana ni ayer, porque no tenemos casi nada.
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