Febrero 23, 2019
Cuando canto, cierro los ojos y aparece una mujer. Esta noche no sé si llegue a cantar, aunque apriete los puños. Estoy cumpliendo veinticinco años de carrera y mis ahijados, Ismael y Adalberto, me han organizado un homenaje en el Gran Salón Savoy. No soy un cantante famoso pero he grabado tres discos y me reconocen todavía en la calle mis paisanos borinqueños. Mi mujer trabajaba de noche cantando sones retozones en los bares de San Juan. Cuando ella regresaba a la casa, cansada de tanto pregón, la miraba de reojo contar los billetes y las monedas que había reunido. Me dormía transpirando el rumor de rones con tabaco extranjero que inundaban el cuarto.
Leer más...