Yo supongo que la resignación es más nuestra que la esperanza, que el desencanto se nos fue metiendo con cada cigarrillo, con cada café, con cada cerveza que tomamos mientras hablábamos de cambiar el mundo, de quebrantar los límites de lo impuesto porque lo impuesto eran cárceles y eran violencias repetidas y naturalizadas una y mil veces y así hasta la saciedad. Yo supongo que la desesperanza es como las gotas en el vidrio de esas cervezas que se iban condensando hasta empapar la botella y que las utopías se nos fueron desdibujando como se borran las huellas circulares de esas botellas sobre la mesa.
Leer más...