La primera vez que tuve que exiliarme, posterior a graves amenazas contra mi vida, fue a mediados de 1999. Rondaba los 27 años y apenas comenzaba a construir una trayectoria como periodista. Era la primera vez que Daniel Coronell, para entonces mi Director de Noticias, me lanzaba un salvavidas que me alejaba del peligro y hoy, manteniendo mi agradecimiento eterno, lo sigue haciendo.
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