El concepto común es el de virtualidad, o educación virtual, pero varias IES han modificado la denominación, bien por presentarse como innovadoras, o para evitar que sean acusadas de estar usando una metodología (distancia virtual), que -según la norma- es exclusiva de los programas que han obtenido el registro calificado bajo esa modalidad.
En el fondo, lo que hacen es lo mismo: Casi todas las IES con programas presenciales, que representan la gran mayoría de la matrícula en el país (pues muchas aún no han arrancado pues no tienen las condiciones, plataformas y personal para ello) han migrado al uso de la tecnología para reemplazar, por la emergencia, la suspensión de clases presenciales.
¿INFLUYE LA PLATAFORMA?
Independientemente de la plataforma --Moodle, Blackboard, o afines--, y de los sistemas para reuniones virtuales --desde el propio WhatsApp hasta Zoom, Microsoft Teams o Skype, entre otras--, en el fondo están realizando educación virtual: Apoyo de la tecnología como medio para conocer los contenidos y favorecer la interacción en el proceso enseñanza – aprendizaje y evaluación. Incluso, no importa si hay plataformas y sistemas LMS desarrollados autónomamente por alguna IES.
Algunos puristas en la materia dirán que los escenarios de atención, de acompañamiento, de protocolos y ritos de las clases, de seguimiento y retroalimentación difieren en algunos aspectos, pero para efectos prácticos, desde la óptica del estudiante presencial que debió migrar a lo virtual, es lo mismo. Si pudieran convivir lo presencial y lo virtual, se justificarían estos debates y denominaciones, pero cuando la presencialidad está ausente, todo termina siendo virtualidad.
SIN MIEDO A LO VIRTUAL
Con más temor que atrevimiento, las IES evitan usar el término educación virtual, como una forma de exculpar posibles y seguros errores en el improvisado nuevo método, y pensando en evitar posibles acciones legales de estudiantes incómodos con la situación, cuando argumenten que pagaron por una matrícula y unas condiciones de desarrollo del semestre presencial y no virtual.
Por ello, se escucha hablar de clases remotas, de presencialidad asistida con tecnologías y afines, pero salvo los desarrollos de IES evolucionadas en el tema, como sistemas de reconocimiento facial, de control sincrónico y asincrónico de la evaluación, de guías para la medición precisa del trabajo off line, y de escenarios, también virtuales, de apoyo a la academia, como bienestar, admisiones, registro, biblioteca, grados, comunidades, seguridad informática… todo termina siendo virtual.
MIEDO A LAS DEMANDAS
La justificación, para las IES que tienen miedo a ser demandadas por, supuestamente, ofertar una metodología distinta a aquella en la que tiene el registro calificado y la promoción a los estudiantes, ha sido debidamente justificada en la situación mundial y las órdenes del Gobierno Nacional.
Una semana después, cuando casi todo el sistema de educación superior había migrado, por necesidad, a la virtualidad, el Ministerio de Educación Nacional expidió la directiva 4, del 22 de marzo, en la que autorizó, hasta el 30 de mayo, que programas presenciales puedan usar la metodología virtual, sólo durante la emergencia sanitaria.
Otra cosa es que la pandemia se extienda y, como se aventura con las declaraciones preliminares del presidente Duque y la alcaldesa de Bogotá, Claudia López, seguramente la cuarentena se extenderá, también, para las universidades el próximo semestre, lo cual implica que las IES, desde ya, dejen de pensar en la provisionalidad y consoliden procesos virtuales por largo tiempo.
En conclusión: Para efectos prácticos, y admitiendo que hay importantes diferencias pedagógicas, independientemente del nombre y de la expectativa del estudiante, todo termina siendo lo mismo (con más o menos calidad): Educación virtual….(GRS).
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