De origen indio pero nacido en New Jersey, Dsouza es educado en su casa, porque los colegios donde se presentó lo rechazaron por estar muy avanzado con respecto a su media, y a su pasión por la música, que es números, le sumó la programación de computadores, que es lógica, hasta lograr la síntesis en el desarrollo de la inteligencia artificial. La suma de digitalización con computarización le ha significado dar un paso a este joven genio, pero mejor aún, le anima a compartirlo desde su iniciativa Kidzideaztech, acercar el lenguaje de la computación a los novatos, desde una perspectiva amable, pero sobre todo divertida, dice.
Ya había estado en Bogotá hace cuatro meses, en un seminario de desarrollo de impulsos creativos para empresarios en potencia o estudiantes universitarios: y de ello ya hay tres aplicaciones en desarrollo, una que organiza recursos para asegurar a recogida de productos reciclables, otra que entrelaza a las personas conocidas mediante una aplicación, de manera que si llegare una a encontrarse en peligro podría alertar a todas de su ubicación de manera tal que pondría en alerta a todas las que pudieran asistirla para colaborarle. Y la otra es una aplicación que permite la traducción simultánea en conversaciones o transacciones, entre personas que no conocen el idioma del otro.
Se trata, explica Dsouza, de identificar un problema, una carencia, una necesidad, luego mirar los recursos disponibles, y a continuación organizar un programa que los entrelace y aporte la solución buscada. Es, dice, en esencia ese su método.
“Yo no me pongo a imaginar qué me puedo inventar o cómo desarrollo una idea, sino que escucho de la gente sus problemas, sus carencias, y me aplico en buscar una solución”: señala y cuenta que la aplicación del traductor surgió precisamente de la necesidad de intercambiar información con sus estudiantes en Bogotá que no hablan inglés, y que se desesperan por agilizar la comunicación durante el desarrollo de los aplicativos antes descritos.
La misma metodología desarrolló, para el servicio de los colegios en los Estados Unidos, afectados por las matanzas de estudiantes. Nathaniel se ingenió un programa que integra las cámaras de vigilancia que rodean el colegio, y le sumó el programa de reconocimiento facial de alumnos, estudiantes, profesores y empleados administrativos, de manera que si hay un rostro en el vecindario que no figura entre los habituales, o de pronto aparece un arma en poder de alguno de ellos, se activará una alarma antes incluso de que el potencial atacante cruce las puertas del colegio, de manera que se pueda conjurar el atentado.
Y esa es la otra característica de su trabajo, Dsouza no necesariamente inventa nuevas cosas, sino que inventa la forma de articularlas y ponerlas a funcionar a fin de resolver el problema que enfrenta una empresa o un colectivo social.
Y esas son apenas un par de las ideas que expone Nathaniel Dsouza a los asistentes al seminario que se desarrolla en la Cámara de Comercio de Bogotá este jueves y viernes.
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