La meritoria labor de los defensores del agua, del aire y el suelo (que cuenta con nuestro respaldo), no debe desaparecer en ambientes construidos por la gente.
Es necesario cuidar la vida de todos en el ámbito de la alimentación (donde ya se dan batallas contra la nociva azúcar, por ejemplo), en el ámbito de la política (donde la corrupción masacra millares de personas, niños incluso, cada año), en el ámbito de las comunicaciones (donde la agresión verbal y la calumnia están infectando todo), etc.
Es larga la lista de ambientes en los que debemos asumir una actitud de mayor conciencia y responsabilidad, si queremos poner freno a este carruaje que se precipita hacia el abismo.
Debemos revisar atentamente cada ambiente en que nos movemos y determinar qué tanto favorece o amenaza la vida y el bienestar de todos, en el momento y hacia el futuro.
Las conductas que en ellos tenemos corresponden a valores morales y paradigmas mentales que convalidamos con cada repetición, y la responsabilidad es de todos y de cada uno. El uso social no me impide decidir un cambio personal de conducta tan pronto perciba que no es provida.
Ser ambientalista va más allá de cuidar las demás especies: Incluye cuidar todos los ambientes que pueden destruir la Humanidad.
Ser ambientalista ya no es la "locura hippie" de los años 60, es el imperativo de este siglo, si queremos alcanzar buena calidad de vida para todos, y nos exige mayor participación ciudadana en todos los ámbitos, nos impone Responsabilidad Social Personal —RSP–.
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