Durante los meses de confinamiento en España se dejó morir a los ancianos en las residencias como si fueran perros sin dueño. Solos, en situaciones lamentables, sin poder ser atendidos en condiciones ni poder ser llevados a hospitales. Dada la situación en los hospitales públicos se tomó la decisión intrínseca, una vez demasiada adelantada la catástrofe, de no atender a los mayores de 80 años. Se les dejaba morir en casa, porque la vida de alguien joven vale más, tienen más por vivir y dar a nuestra sociedad. Así, los mayores de ochenta años morían en sus casas, sin poder despedirse físicamente de sus familiares. En cambio, si tenías el poder adquisitivo para financiarte salud privada, podías ser recogido por una de las ambulancias y si era necesario ser ingresado en uno de esos hospitales que pese a la situación de alarma, no llegaron a usarse para evitar los muertos.
Ahora el confinamiento en Madrid obliga a los barrios más pobres, donde está la fuerza de trabajo barata, donde las viviendas son dignas de habitantes de Liliput, donde no se pueden marcar la distancia de seguridad porque los medios de transporte públicos están colapsados; a poder ir a trabajar para ponerte una cerveza mientras ellos viven en una especie de guetos sin control.
Separaciones por calles, los más pobres, los más desfavorecidos tienen que no solamente soportar el gran peso e una crisis económica que viene alimentándose de ellos como si fuera una fiera hambrienta, además se les va a limitar más todavía con una serie de medidas que no van a ralentizar nada.
La excusa son los números las incidencias, pero los datos no lo respaldan, hay muchos lugares con incidencias numéricas demasiado parecidas, pero con demasiada gente adinerada como para encerrarles en casa pese a que sus casas no sean de Liliput. Y de nuevo el dinero te hace diferente hasta en una pandemia.
Solos ante un estado incompetente, clasista, mentiroso, que falsea datos y pese a todo sigue estable en las encuestas de opinión. No sabemos qué hacer, no sabemos qué gobierno sería menos incompetente que el anterior. No sabemos nada, mientras alrededor buscamos soluciones a una situación que empieza a comernos vivos por dentro.
El precio del Coronavirus no se cuenta solamente en muertos, se cuenta en los enfermos crónicos que deja, en los muertos por ausencia de sanidad, en muertos por falta de recursos, se va a traducir en una crisis económica como nunca antes hemos vivido y se va a contar como aquella situación ante la que los gobiernos no supieron hacer nada.
Se suman ya demasiadas responsabilidades, demasiadas negligencias y nadie que tenga pensado pagar por ellas.
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