Dom, 06/25/2017 - 08:04

De sillas azules y carriles preferenciales

El uso debido de las sillas azules y de los carriles preferenciales hace que las personas saquen el buen ciudadano que llevan dentro. ¿En qué consisten estos espacios que organizan los viajes en el sistema de movilidad y permiten mostrar solidaridad con los otros?

¿A quién se le ocurre hablar de sillas azules un día domingo? ¿Y añadirle el extraño tema de los carriles preferenciales? Bueno, las sillas azules son asientos con exclusividad para pasajeros en condición de discapacidad, adultos mayores, mujeres embarazadas o con niños de brazos, que viajan en el sistema de transporte masivo de Bogotá.

Los carriles preferenciales, por su parte, fueron creados para los ciudadanos que se mueven en bus. Generalmente están ubicados a la derecha de la calzada y buscan generar corredores por donde los vehículos de transporte público zonal (azules del SITP y provisionales), para el caso de Bogotá, y de transporte intermunicipal, puedan desplazarse de forma más rápida. Esto les permite evitar las congestiones vehiculares propias de algunas arterias, especialmente en horarios pico o de alta demanda. Técnicamente son llamados Carril Bus y cuando comparten el espacio con los ciclistas, carriles Bici Bus. En la vía están demarcados como tales.

Para nadie es un secreto que las personas con movilidad reducida, los adultos mayores, las mujeres en gestación y los niños requieren condiciones especiales de viaje en los buses articulados del sistema de transporte masivo de Bogotá. Hacer un viaje largo o corto de pie puede ser una experiencia muy tortuosa para ellos si no viajan sentados. Y hacer que lo hagan es una responsabilidad que asumió el sistema de transporte al crear el espacio de las sillas azules.

Cada vez que los pasajeros respetan las sillas azules en un vehículo articulado del sistema de transporte masivo en Bogotá, independientemente de su nivel de ocupación, se construye un mejor viaje para todos. Es decir, al permitir que las sillas azules, y también las sillas rojas, sean ocupadas en primera instancia por personas con movilidad reducida, adultos mayores, mujeres en gestación y por niños y niñas, quienes las ceden hacen el viaje de todos más cómodo. Esto hace de ellos unas personas solidarias con el otro y deja ver la cultura ciudadana de quienes se mueven en el transporte masivo.

Es supremamente grato subirse a un vehículo articulado y ver que las sillas azules están aún vacías, esperando a sus ocupantes en cualquier punto del viaje. Y es más grato ver que adultos mayores, mujeres en gestación, niños y niñas, y personas con movilidad reducida, encuentran disponible una silla azul para ellos cuando suben al bus, así este vaya con pasajeros de pie. También es grato cuando alguien cede su silla roja y permite que otra persona se siente si las azules ya están copadas.

Con los carriles preferenciales sucede algo similar a lo que pasa con las sillas azules, pero en la vía a nivel de la infraestructura. Para la ciudad es mucho más eficiente que la gente se mueva en transporte público a que lo haga en transporte particular. ¿Qué sucedería si los 80 pasajeros de un bus padrón del SITP se desplazaran en vehículos particulares? Tendríamos entre 40 y 80 carros ocupando vía, contaminando y generando congestión vehicular. En cambio, esos 80 pasajeros viajan en un solo vehículo ocupando menos espacio en la vía, generando menos contaminación y menor congestión vehicular.

Los pasajeros de transporte público, de acuerdo con la política de movilidad de Bogotá y la que se implementa en otras ciudades, merecen viajar más rápido. Es más equitativo que lo hagan. Por ello existen los carriles preferenciales para vehículos de transporte público. No son exclusivos porque los vehículos particulares pueden ocupar momentáneamente los carriles preferenciales para hacer giros a la derecha, permitir que suban o bajen pasajeros e ingresar a predios. Igual sucede con el servicio de taxi. Puede ocupar momentáneamente el carril preferencial.

Imagine viajar en un bus en un horario pico por una vía que no esté congestionada o que tenga menor congestión que en el carril de los vehículos particulares o mixto. Es justo con el uso que se da a la vía (si se ocupa menos espacio transportando una mayor cantidad de personas que el vehículo particular, merece ir más rápido). Por otro lado, los buses sí pueden transitar por el carril adyacente al carril preferencial o carril mixto, en especial para hacer sobrepasos.

Y aquí vuelve a jugar la cultura ciudadana, la solidaridad y también la posibilidad de que los conductores de vehículos particulares eviten sanciones, dejando de aprovechar los espacios vacíos del carril preferencial del transporte público para avanzar en la vía. Cuando un vehículo ocupa indebidamente el carril preferencial es como cuando alguien se sienta indebidamente en una silla azul. Altera el orden que creó el sistema de transporte público para mejorar la movilidad de sus pasajeros y también la de todos los usuarios.

El penúltimo párrafo está dedicado a quienes parquean indebidamente sobre vías arterias. Impiden que los carriles preferenciales funcionen, son objeto de sanciones y demuestran su mezquindad al hacer que prime su propio interés sobre el interés general.

Por todo esto, es justificado hablar de sillas azules y carriles preferenciales. Porque respetar estos espacios nos hace mejores ciudadanos. Mejores personas. Mejores usuarios del sistema de transporte. Más solidarios. Más organizados. Más respetuosos.

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