Quizás este es el caso de lo que les vengo a decir, y que trata sobre el evento político en el que se eligió al mandatario del gobierno ejecutivo. Para empezar, tal vez para hacer un único paréntesis y aclararle a quien lo necesite, diría que el gobierno ejecutivo en una república, como lo es el país donde me dicen que nací, es nada más uno de los otros tres poderes, además del judicial y el legislativo, sin olvidar los órganos autónomos para el ejercicio de las de más funciones estatales. Por tanto, este individuo no es una especie de rey o ser todopoderoso que al que vamos a acudir o del que nos vamos a alimentar en los siguientes años.
Dicho esto, regreso a eso de que las cosas que cambian lo hacen en el futuro y en el presente, porque el caso aquí son las cosas que cambiaron en el pasado con esto que acaba de suceder. Bastó un simple ejercicio periodístico, o investigativo, digamos, para llegar al lugar donde las cosas cambiaron en el pasado, o, mejor dicho, para llegar a uno de los tantos lugares que cambiaron, están cambiando y cambiarán en el pasado. Me refiero a eso que ya fue y sucedió en el pecho y en la cabeza de las personas a las que investigué. Hablo de quienes, en algún momento, sintieron y pensaron que esto que acabó de suceder, esto que sucede ahora mismo, iba a encadenarse con una montaña de desgracias, problemas y dificultades para el mundo, y que, al sorprenderse cuando no fue así, resultó en ese viaje, su propio viaje al pasado a reordenar, a reubicar y a corregir lo que habían sentido y pensado. Y, si bien no hablo del hecho, de lo que se sintió y se pensó en esas cabezas y en esos pechos, hablo de lo que se dijo públicamente de ello, es decir, de todo lo que estas personas salieron a desmentir sobre lo que habían dicho, y de lo cual tenemos pruebas, y que corrieron en estampida para eliminar los rastros, las huellas que deja el hecho de no haber corregido a tiempo o no ser capaz de sostener, sea lo que sea que suceda en su cabeza durante y después de un evento histórico. En poquísimas palabras, hablo de todos aquellos que viajaron en el tiempo para modificar el pasado.
Pero no puedo, como lo está sugiriendo su cabeza, señora de la esquina, decir los nombres de estas personas, porque, así como misteriosamente fui y leí sus pensamientos, o sentí sus sentimientos, eso que nadie más sabía, o sentía, digamos, no puedo venir a decir sus nombres, sencillamente vengo a traer la experiencia para que ustedes, si es su caso, puedan, reparar o corregir el pasado, porque sí es posible, no como nos dijeron durante tantos años, siglos o milenios, que era imposible.
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