Dom, 03/06/2022 - 08:23

Delante del último están los que no son los demás

La primera vez que vine a hablar con ustedes, o, mejor, que vine a hablarles a ustedes y que ustedes estuvieron aquí para escucharme, o, mejor, me escucharon porque no tuvieron otra opción, hablé y les hablé y les conté, o, mejor dicho, opiné sobre lo que vendría después de la segunda dosis de la vacuna contra la pandemia que nos tocó en suerte, es decir, la vacuna contra, en muchísimos casos, el miedo, el terror, el pavor y hasta la ternura.

Y en aquella ocasión hablé, como siempre suelo hacer, por los lados, a través de los laberintos, yendo por los muros de los alrededores, recorriendo la periferia, y pasando, casi qué por casualidad, a lo largo del tema central. Pero hoy no es el caso, hoy, luego de tantas noches que he venido acá a hablarles, como les decía, a hablar solo, porque difícilmente encuentro a alguien que me detenga en mi hablar y me diga que lo que estoy diciendo no tiene sentido, que me puede controvertir, en fin, hoy, decía que vengo a hablar de lo que posiblemente podría pasar después de una guerra nuclear, aunque ya sabemos, porque tenemos en la mano, en los ojos y donde queramos tener la información de lo que pasó, qué pasa y qué pasará luego de que un país amigo, enemigo o neutral lance una bomba nuclear. Sabemos que la naturaleza va a cambiar, que las especies van a mutar y luego de un tiempo van a ser otras, y que dentro de todo eso estamos, por supuesto, que no somos sino una parte más del mundo. Es aquí donde me pregunto qué pasará con nosotros como especie, cómo cambiaremos y nos convertiremos en algo mejor, en algo peor, o, lo que es todavía más triste, y más terrorífico, seguiremos siendo los mismos.

Para salir de mi duda, consulté a unos expertos en química, biología, genética, anatomía, política, historia, filosofía matemática, física y hasta poesía, en fin, diferentes ramas que pudieran, desde sus propias orillas, aunque todas son la misma, ayudarme a encontrar esta respuesta. Y casi todos llegaron a la misma conclusión, y es que la especie humana, aunque esté en sus peores momentos, aunque esté pasando por su peor era, va a poder, va a tender a mejorar, va a intentar salir de donde se encuentra y caminar hacia lo desconocido, como hicimos en las cavernas, como hicimos cuando fabricamos el fuego y lo usamos a nuestro favor para cocinar alimento, como hicimos cuando hicimos rodar una piedra hacia un lugar para quedarnos allí para siempre, como cuando a alguien se le ocurrió que más allá del horizonte habrían más cosas, como cuando alguien se atrevió a navegar a través del océano para atravesar el mundo, como cuando a alguien se le ocurrió que si lanzaba un cohete hacia el cielo saldría de este planeta y llegaría a otro, como cuando a alguien decidió que una computadora podría asumirse como una inteligencia, aunque fuera artificial, como cuando a alguien, luego de una guerra nuclear, se hizo una pregunta simple, que lleva haciéndose varios millones de años: Quiénes somos.

Por favor, todas las personas presentes, y quienes nos oigan desde el futuro, no piensen en una respuesta a esa pregunta. Quizás, es la única pregunta de toda la historia de la humanidad que es mejor, no responder, porque luego de hacerlo, como sucede con las bombas nucleares, viene otra, y luego otra, y luego otra. Y luego ninguna.

 

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