Porque, qué otra cosa es, o son las relaciones humanas, sino ese intercambio de lo que realmente llevamos adentro, y me refiero exactamente, porque todo lo que llevamos, las explosiones, el odio y el rencor, por cierto, es bastante evidente, a las mentiras que llevamos adentro, es decir, cuando fingimos, cuando mentimos, cuando ocultamos parte de la verdad, cuando nos comportamos como alguien que no somos, y los demás se llevan esa idea, en realidad lo que se están llevando es lo que realmente somos.
Y, digo todo esto, porque una persona me abordó en el jardín de mi casa, saliendo a trabajar una mañana cualquiera, un vecino, hombre, blanco, heterosexual, para ser exacto, que, sabemos, cambia la perspectiva, para decirme que le gustaban mis libros, lo que yo escribía, las conferencias que daba, los artículos que escribía los talleres que doy, en fin, quien lo escuchara creería que asistió a todos y cada uno de los lugares en donde yo estuve, y que leyó todas y cada una de las palabras que alguna vez escribí y, quizás, todas las que no, pero se me atribuyen. Pero, como no nací ayer, y como tampoco soy tan tonto como parece aunque, la cara diga lo contrario, sé que estaba mintiendo, pero, aunque mintiera, y aunque él también supiera que estaba mintiendo, los dos sabíamos que esa era su verdad, que ese era su verdadero yo, que aunque intentara, se esforzara por hacer algo o decir algo para agradarme, quizás para sorprenderme, para dormirme antes asestarme el golpe final, o para cualquier otra cosa, estaba mintiendo, pero, en el fondo, muy en el fondo, o quizás muy sobre la piel, estaba siendo lo que es. Obviamente le seguí el juego, porque, además de dedicarme a la literatura me dedico a jugar a la vida, y adelanté los procesos sociales pertinentes para que sus halagos y sus palabras llegaran a donde esa persona creía que debían haber llegado, por lo que podríamos decir que lo engañé. Entonces, dicho y hecho todo lo anterior, nos engañamos a los dos, porque yo creí que lo había engañado y que le había mentido, pero quizás también eso es lo que soy. Y estuve pensando en eso que soy, en qué soy cuando no soy algo, en qué soy cuando parece que soy otra cosa y, sobre todo, en qué soy cuando no sé qué soy.
Aquí es donde hemos llegado a ese momento en el que, aunque puedo leer su mente, y saber qué están pensando, e incluso decirlo en este micrófono, como ya lo he hecho en tantas oportunidades, para reconocer que, aunque eso esté sucediendo, no sé si eso sea lo que realmente esté sucediendo adentro de ustedes, es decir, no sé si estoy leyendo la mente real, la ficticia, la artista, o la que yo me imagino que ustedes tienen adentro, porque, a veces, eso que imaginamos es lo que completa la realidad que tenemos enfrente y que bajo ninguna circunstancia puede explicarse con un argumento que no provenga de las tripas.
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