Mar, 06/29/2021 - 09:11

Gratitud

Entre las cosas agradables de la vida está cruzarnos de nuevo con aquellas personas que han sido valiosas en el pasado.

Quizás muchos no saben que llegué a la televisión por azar, es más, hasta los 24 años no me gustaba y mi sueño era ser periodista en la Revista Semana de Colombia. Sólo quería escribir allí. 
Sin oportunidades en mi país, y tras la insistencia de mi papá, salí en 1997 hacia Venezuela.

Allí, tuve la fortuna de conocer a Carlos Francisco Neustadtl Garces, un peruano de ascendencia austriaca, quien me dio trabajo en su finca arrocera. Una noche, conversando con él, se enteró de mis sueños de periodista y me contactó con Otto, su hijo mayor, quien para entonces era Corresponsal de CBS Telenoticias en Venezuela. Otto, sabiendo que yo no tenía experiencia, se la jugó por mi y me convirtió en su productor. Aunque éramos muy jóvenes, él me llevaba un gran camino por delante.

Otto tenía su oficina en Globovision, en la Alta Florida, y la compartía con Francisco Urreiztieta, para entonces corresponsal de CNN en Español en Caracas y hoy al frente del buró de Univision en la capital venezolana. Yo los veía como dos grandes, como ellos quería ser.

El camarógrafo de Francisco, quien se convirtió en un buen amigo, era Kelvin Charles, un caraqueño con una pasión desbordada por la reportería gráfica y a quien le gustaba crear desde la magia de su lente.

De ellos tres aprendí mucho de lo que hoy en día llevo a la práctica en mi trabajo diario como reportero de televisión. Me dieron mucho apoyo. En septiembre de 1998 regresé a Colombia a probar suerte otra vez, para volver a Caracas en julio de 1999 como corresponsal de Noticias RCN. En esta segunda vez, de pocos meses mientras se cumplía el proceso constituyente impulsado por Hugo Chávez, trabajé con Kelvin en varias oportunidades y en muchas más disfrutamos de las bondades que ofrecía la Caracas de entonces.

Esta semana viajé a Amarillo, en el norte de Texas, para grabar un reportaje para Aquí y Ahora. Cuando pedí que me asignaran un camarógrafo, me llevé la maravillosa sorpresa de que sería Kelvin y me encontraría con él en aquella ciudad texana. 

La última vez que habíamos trabajado juntos había sido  el 26 de diciembre de 1999. Horas antes un avión de Cubana de Aviación se estrelló contra una montaña a las afueras de Valencia, Venezuela. Manejamos hasta donde se pudo y caminamos varias horas, cargados con pesados equipos de televisión, para llegar a una zona cuya imagen no he podido olvidar. Los restos de la aeronave así como los cuerpos de las 22 personas que viajaban en ella, estaban esparcidos en varios cientos de metros a la redonda. 

Días más tarde regresé definitivamente a Colombia, dando fin a mi aventura como corresponsal de Noticias RCN en Venezuela, y nunca más volví a trabajar con Kelvin hasta esta semana. Habían pasado más de 21 años. Aunque regresé a Venezuela varias veces, por trabajo y vacaciones, nunca volví a ver a Kelvin pues él ya había partido para Estados Unidos.
Los años han pasado pero seguro que dos cosas quedaron intactas, a pesar del paso del tiempo, una vieja amistad y su magia para grabar historias, con su cámara en un hombro

En Twitter e Instagram @JCAguiarNews.

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