Y, aunque también lo sabemos desde antes de aprender a hablar, cualquier cosa que se diga, si es creída por otro resulta siendo una verdad, por muy débil que resulte al enfrentar las leyes de la lógica de los otros, así que, queramos o no, y porque no tenemos vida suficiente para intentar convencer a todo el mundo, estos pseudosabios tienen razón. Es por eso que uno de ellos, a lo mejor porque no tenía la más mínima idea de quién soy, y porque llegué a una ceremonia de su secta por error, me dijo que yo era un escritor sin muchos lectores porque así lo quería. Estreché su mano como un símbolo de armisticio, porque no estamos en tiempos de guerras ni de argumentaciones infinitas, y porque a los que no tienen la razón basta dársela para que la dejen de tener.
Luego de la irrupción, de la invasión, del intento de conquista y unos tragos de alcohol en silencio, alguien que me acompañaba le dijo que la economía tenía de ciencia lo que la matemática tenía de mágica y, como era de esperarse, porque en esto del instinto no hay que ser ni científico ni farsante para conocer el futuro, el economista de un zarpazo le había arrancado toda la dignidad a mi acompañante. Luego de eso y de un par de trucos de prestidigitación por nuestra parte con los encantadores como público, nosotros, sin rastro de lo que ellos pensaban que era nuestra dignidad, pero con la que nosotros pensábamos que lo era, intacta, hay que decirlo, salimos por la misma puerta que entramos cinco minutos antes, mientras conversábamos de lo exacto que puede llegar a ser el arte y de lo inexactas que podrían a llegar a ser las ciencias exactas practicadas por idiotas.
Tiene razón, señora, además, ya me lo dijeron cuarenta y cinco personas antes de venir a hablarles, y todos tenían razón también, a lo mejor el sabio desconocido tenía razón, pero, qué es el querer, aunque sea querer seguir siendo lo que nadie más quiere que seamos, sino una de las plumas que caen del pleno vuelo de la libertad, qué es el elegir el camino, aunque no sea camino ni lleguemos a hacerlo al andarlo, qué es preguntar si no es posible que nadie se quede sin responder. Tiene razón, sí, pero también no la tiene, porque no tengo tantos lectores porque quiero, pero también porque no quiero. Pero para hablar de lo que no quiero para tener tantos lectores necesitamos una estadía un poco más extensa que estos minutos que se nos permite semana a semana. A lo mejor luego tendremos tiempo de hablarlo y comentarlo, pero no puedo prometerles nada.
@SergioMarentes
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