Hoy en día, la transformación que se ha venido dando en torno a la idea de la mujer y su rol en la sociedad, el sentido y la implicación que tiene esta, conlleva una intensa revolución que ha venido desarrollándose a grandes pasos. Lo anterior significa la aceptación del otro, así como un ejercicio de deconstrucción de las ideas latentes que se han reproducido en torno al concepto de la masculinidad y la hegemonía impuesta de un patriarcado.
Una nueva mirada de mujer está emergiendo en los nuevos contextos y en las nuevas configuraciones de la sociedad, con la cual, la mujer es vista desde todas las dimensiones: políticas, sociales, económicas, artísticas, entre otras, no dejando de lado la filosofía de la protección y la creación.
La mujer y la sociedad en sí con conciencia de género posibilita una conciencia polifónica, con la que se vislumbra ya no desde una relación vertical: tú (hombre) yo (mujer) de maneras aisladas, sino, desde una horizontalidad y una pluralidad de seres humanos con los mismos derechos y deberes, seres que comparten la vida y a la sociedad.
En otro orden de ideas, establecer una tradición femenina que conceda a esta una identidad que no le sea arrebatada y que a su vez traspasa los estereotipos y las convencionalidades arraigadas e inflexibles a los nuevos contextos.
Las mujeres somos un lenguaje, recibimos al otro, no lo eliminamos, le otorgamos un sitio a nuestro lado, destruyendo las fronteras simbólicas del género, deshaciendo la idealización del machismo a expensas del feminismo, estableciendo roles compartidos y desarrollando paralelos en los diferentes roles fundando una simbiosis que propone reflexionar sobre los modelos culturales actuales que se desarrollan en sociedad y en el pensamiento de esta sobre las diversas temáticas concernientes al género femenino.
El éxito y progreso es la consecuencia de la aceptación de las diferencias, el respeto de la representación del otro en un ejercicio de conservar las diferentes posiciones, miradas y voces entre hombres y mujeres que, con la finalidad de suscitar a la solidaridad, a la igualdad y al amor.
Conmemorar un día como el 8 de marzo, es recordar las diferentes luchas de la mujer por hacer valer sus derechos y visibilizar su valor. Luchas que nacieron de la necesidad de cambiar el rumbo de una sociedad condenada al fracaso a causa de esta invisibilización hacia la mujer. Fundamentos para exigir y marchar mediante los cambiantes contextos que suponían una opresión y una desigualdad que se hacía cada vez más intolerable.
Estas protestas que surgieron en el siglo XIX a causa de la necesidad de dar voz a aquellas que no les era permitido expresarse libremente, debido a los constantes maltratos simbólicos y físicos a los cuales eran sometidas las mujeres, y a la explotación laboral y la precaria condición de vida a la cual estaban expuestas. Limitaciones que al igual que podemos comparar como una nueva inquisición y persecución a la mujer, a pesar de que en 1791 ya habían sido declarados los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana. Como consecuencia de las arbitrariedades, también se agregaba a la lista, la exclusión a la vida política, y la imposibilidad de tener participación en las cuestiones sociales.
Algunas demandas simplemente eran ignoradas y mientras se suponía un desarrollo social, las mujeres seguían segregadas.
Las mujeres trabajadoras de la fábrica de confecciones Triangle Shirtwaist en Nueva York en marzo de 1908 (o en septiembre de 1909, según otras versiones), querían participar de las huelgas para exigir salarios igualitarios entre hombres y mujeres y mejores condiciones laborales. La movilización terminó con la muerte de 123 mujeres trabajadoras y 23 hombres.
Como resultado de la lucha persistente y a pesar de las fuertes represiones y la pérdida de vidas humanas, se ha logrado a través de los movimientos históricos (movimientos que han tenido precedentes en la edad media, los cuales buscaban obtener los derechos de las mujeres en igualdad con los hombres) que hoy en día, en diversos lugares del mundo hayan surgido nuevas luchas y diferentes voces en pro de la mujer, que visibilizan aún más su papel en la sociedad y la importancia de esta en su especificidad, figurando una nueva visión del sentido femenino y los intereses de las mujeres en una sociedad como la actual. En consecuencia, se vislumbra una resignificación y el menester de un autodescubrimiento, dejando de lado el vacío simbólico que generó el orden social patriarcal.
En conclusión, la metáfora que contempla el hecho de ser mujer se ha franqueado convirtiéndose en un sentido atemporal. Poco a poco se va recuperando su voz, su valor intrínseco, permitiendo que se le reconozca y se le permita instaurar una estirpe autónoma. El hecho espiritual y social del ser mujer constituye en una nueva forma de narrar y reflejarla como todos los elementos de la vida en su cuerpo y su ser. Es de esta manera, un completo sentido de la vida que le otorga la mujer en ese proceso simbólico y social inherente a esta dejando de lado la dicotomía entre mujeres y hombres.
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