Con esto quiero decir que las cosas que suceden en el mundo también suceden de la piel hacia adentro, aunque la mayoría de las veces no lleguemos a notarlo o a enterarnos.
Por ejemplo, y regresemos a la monarquía, un monarca muere, no importa si lleva décadas o días en el trono y esto genera la atención de medio mundo. Qué pasaría, me pregunto y les pregunto, si el otro medio mundo ni siquiera se entera de que ese monarca murió o ese reino desapareció. A lo mejor como está pensándolo usted, señor del sonido, no pasaría nada y, por ejemplo, seguiríamos nosotros aquí y ellos allá, y los muertos en donde sea que estén. Otra persona, como usted, señora de la vigilancia, pensará que sí pasaría. Pero, en realidad, y espero no ser el portador de los malos augurios, es que creo que no pasaría gran cosa, además de lo que sucede en nuestras vidas normales. Seguramente, la persona que todos los días se toma un vaso de licor lo hará sin importar si sabe o no que el monarca murió. Quien lee todos los días de su vida, al menos un poema, tal vez lo leerá, aunque se haya muerto toda la monarquía del planeta o medio mundo esté ardiendo. Quién se acostumbra a bañarse a diario, con seguridad lo hará, sin importar que esté cayendo fuego del cielo. Y así podríamos seguir hasta el infinito con todos los ejemplos posibles, todos los monarcas, todas las costumbres y todas las personas, pero, como es sabido, y con lo que empezamos, el tiempo no es infinito, nos vamos a morir, así que paramos acá para la conclusión de lo que vine a decir, si es que en todo lo que he dicho hay algo que valga la pena.
Si nos preguntamos qué hacemos con nuestro tiempo, muy seguramente también nos estaremos preguntando qué hacemos con el tiempo de los demás. Lo digo porque, en este tiempo que lleve yo acá hablándoles, diciéndoles lo que les estoy diciendo, y el que me falta por usar, estaré, más que usando mi tiempo, usando el suyo. Es por eso que, como el tiempo, que es el recurso natural no renovable más valioso que poseemos, es que trato de que se entienda que con cada palabra que uso pretendo darles una parte de mi vida, trato de dejar en ustedes mi tiempo, entrego en forma de palabras, que es otra de las formas de mi vida, para que en ustedes se extienda o, al menos, su vida sea un poco más vida. Me disculpo con las personas a las que no he llegado a multiplicar su vida, y con quienes he llegado incluso a restarles, y sepan que mi intención será siempre saldar esa deuda con estas palabras o con otras.
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