Confesión dentro de lo que cabe, porque muchas personas, quienes me conocen un poco más allá del reflejo que encarno, saben que soy una especie de camaleón, debido a que he trabajado, me he desempeñado y he blandido mi espada de adulto en diferentes labores, y, por tanto, puedo caber en una multitud de trajes que, aunque no sean de mi medida, no me desaparecen adentro de ellos.
El caso es, retomando con esta especie de confesión, que acaban de otorgarme un galardón por el último libro que publiqué, pero tuve que negarme a recibirlo, porque una de las condiciones era trabajar para quien me estaría dando aquel dinero, premio o reconocimiento. Y es que, el problema no es tener que pagar algo, el problema es que te cobren algo que no estás comprando. Casi lo mismo que sucede con los libros que compramos sin saber que trae ese adentro, porque no todos somos expertos, no todos sabemos la historia de lo que allí se cuenta, del autor, su momento, su enfoque, su capacidad para estar y ser dentro de nuestro tiempo, por lo que resultamos en un mundo del que queremos escapar lo más pronto posible. Y esto no tiene ningún problema, cada quién entra y sale de donde puede y con las herramientas que tiene, pero no todos tendrían que pagar por eso, ese es el punto; es mi decisión si recibo algo que me cobrarán luego, por lo que, por obvias razones, es también cuestión mía negarme a tiempo antes de que, más adelante, tenga que retractarme.
Pero, bueno, eso es una discusión bastante extensa, primero, y, segundo, que no es para este lugar, porque de lo que realmente quería hablar, mencionando lo del premio, el rechazo, el dinero, los libros y demás es de aquello que hace que nosotros tomemos una decisión, cualquiera que esta sea; ese lugar, ese sitio, esa cosa, ese ser que habita dentro de nosotros y por el que se nos va la vida sin saber en dónde, a dónde, por qué, para qué, cuándo, o qué nos hace ir hacia algún lugar. La mayoría de nuestras decisiones, si lo pensamos bien, no tienen una explicación científica, de hecho, de eso se trata la vida humana desde que existimos como especie. Y, poco a poco, eso también es cierto, hemos ido dando respuestas, o hallando respuesta a esas tantas inquietudes, y cada vez somos menos un misterio.
Es por eso, justamente, que hoy quiero hacer una invitación. Sí, señora, justamente esa que usted está pensando en este momento. Vayamos hacia el misterio que somos, aunque no sepamos ni cuál es ese misterio, por supuesto, ni dónde habita, ni para qué vamos, ni por qué, ni cómo. Tal vez, con suerte, cuando nos demos cuenta, estemos en algún lugar de nosotros que no tiene nombre, y que, sin embargo, es lo que somos.
Añadir nuevo comentario