Mientras Francisco Franco se proclama Generalísimo y Jefe del Estado Español, el primer reconocimiento le llega desde El Salvador de parte de Maximiliano Hernández Martínez, el dictador que asesinó a 30.000 compatriotas. Asegura que por telepatía se comunica con el Presidente Roosevelt en la Casa Blanca.
Una horas después y 10 días antes que Hitler y Mussolini, lo reconoce el general Jorge Ubico, jefe de estado de Guatemala quien gobierna rodeado de efigies de Napoleón Bonaparte a quien dice parecerse como mellizo. Pero ubico anda en motocicleta y persigue los malos pensamientos y como barriga llena es madre de ellos, manda a reducir los salarios de las plantaciones a la mitad. Para castigar los malos pensamientos a los revolucionarios, inventa una corona de acero que estruja las cabezas en los sótanos de la policía.
Y, desde luego, desde la capital dominicana, Ciudad Trujillo y a través del puerto de Trujillo, el general Trujillo hace llegar al Generalísimo su mas fervorosa adhesión.
Desde Madrid, Ernest Hemingway cuenta la guerra que ocurre a un paso de su hotel en la capital asediada por los soldados de franco y los aviones de Hitler.
(Ernest Hemingway, Enviado especial, Barcelona, Planeta, 1968)
SAN SALVADOR, MIGUEL A LOS 31. 1936 (231 Palabras)
Después del derrumbamiento de su escondite en la barranca, Miguel había caído preso. Casi 2 años estuvo esposado -solo- en una celda.
Recién salido de la cárcel, deambula por los caminos paría, andrajoso, sin partido porque sus camaradas del partido comunista sospechan que el dictador Martínez lo ha dejado libre a cambio de traición. No tiene trabajo porque el dictador impide que se lo den, no tiene mujer porque lo abandonó llevándose los hijos. No tiene casa, ni comida, ni zapatos, y ni nombre siquiera porque está probado que Miguel Mármol no existe porque fue ejecutado en 1932.
Decide acabar de una vez y abrirse las venas de un machetazo. Ya está alzando el machete cuando por el camino aparece un niño a lomo de burro: lo saluda y revoloteando un enorme sombrero de paja le pide el machete para abrir un coco. Después le ofrece la mitad del coco abierto, agua de beber y pulpa de comer. Y Miguel bebe y come como si ese niño desconocido lo hubiera invitado a una espléndida fiesta, y se levanta y caminando se va de la muerte.
Y así ocurre el octavo nacimiento de Miguel Mármol, a los treinta y un años de su edad.
(Miguel Mármol, Los sucesos de 1932 en El Salvador, La Habana, Casa de las Américas, 1983)
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