Lun, 08/21/2017 - 07:31

Me devolvieron mis alas, bienvenida la libertad

Contribución de Gustavo Herrera Acelas desde la cárcel.

Gracias infinitas al Creador por haber ido al infierno y regresar renovado y victorioso, ya la tormenta cesó y el ave Fénix me ha entregado su laurel, ya veo en la orilla un nuevo mundo que me espera, como las águilas he renovado y despliego mis alas.

Aprendí que la idiosincracia del cautiverio se basa en un desprendimiento inverosímil de todo lo material,  allá se sobrevive con lo necesario.

Aprendí a dar pasos sin importar si eran errados; las decepciones, las derrotas y el desánimo fueron pruebas o pistas en el laberinto para encontrar el camino.

Aprendí en la noche oscura a ver que cada momento de la vida es un acto de fe, hoy comprendo más que nunca que todo en la vida es un propósito. 

Aprendí a no mirar con dolor ni a vivir de culpas, ni rencores,  ya les hice duelo, atrás quedó todo eso, mientras muchos allá miraban la vida en blanco y negro,  yo me dediqué a ponerle mucho color, soñaba con pintar y luego pinté mis sueños con el alma.

Aprendí que la lucha anticorrupción y la justicia en Colombia no es más que una ramera ebria que embriaga, se muestra inmaculada ladra a los medios pero al final a los pobres y débiles los asfixia y encadena y a los poderosos y fuertes los extorsiona.

Fui a donde muchos les daría terror llegar,  al cementerio de hombres vivos, hoy empieza una etapa nueva en mi vida, es como volver a nacer pero con las ideas más claras,  un ser un poco más prevenido y precavido pero con toda honestidad quiero manifestar que sí tuviera la oportunidad de devolver el tiempo y repetir la historia la volvería a repetir, porque tengo la conciencia tranquila de haber cumplido con decoro a la organización que representaba y a darle gloria a mi departamento.

Gracias infinitas a las frases de aliento de mis amigos que permanentemente me avivaban a seguir adelante sin desfallecer a mi familia que sufría mucho en especial a mis tías las trillizas superpoderosas que no hubo un solo domingo que no me visitarán.

 A mis casi  200 alumnos que tuve la oportunidad de transmitirle mis conocimientos,  adiós muchachos aprendí que ningún ser es insiqnificante, que todos ellos tienen una historia macondiana  que contar y algo que enseñar, con la  moral en alto y nunca volver dejarse tentar por el vicio. Que placer fue rescatar algunas almas.  Gracias totales.

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