La paz es monosílaba. Única y monolítica. No hace concesiones con la guerra. Ni con la muerte ni con nada que signifique el mal.
La paz es bien, bienestar, solidaridad, fe, amor, calidad de vida, humildad, sabiduría, bondad, equidad, confort, trabajo, estudio, movilidad, justicia, alimento, vestido, familia, amistad, recreación, salud.
La paz es filosofía pero también es práctica diaria y cotidiana de valores, de creatividad y de hacer el bien. De actuar en beneficio propio sin perjudicar a los demás, es decir, en beneficio general. La mayoría de las acciones de paz se realizan sin pensar siquiera en las necesidades propias sino en el beneficio del grupo, la comunidad o la sociedad. Lo que es bueno para todos, es bueno para mí. Somos eminentemente sociales y eso lo explica todo.
Quien así actúa es ejemplo de persona social. No es alguien antisocial, que sería el extremo opuesto al comportamiento de paz.
Pero asociemos este tema con la movilidad, de tan difícil definición y comprensión.
Cuando la gente va por la calle ya sea a pie, en bicicleta, en motocicleta, en transporte público o en carro, generalmente hace del tiempo la medida de su desempeño. Sin disfrutar el viaje, sin disfrutar las interacciones con el entorno mientras se desplaza.
Este factor del tiempo está asociado con otros como el clima (tanto del entorno -más o menos sol, más o menos lluvia, más o menos viento, más o menos calor o frío-, como psicológico de quien transita por la calle -vinculado con sentimientos de felicidad, tristeza, preocupación, estrés, alegría, bienestar-).
También está asociado con el tipo de compromiso que hay que cumplir al salir a la calle (motivo del viaje), y con la mayor o menor aceptación social de la persona que se desplaza, no solo en la vía sino en el lugar del destino del viaje. No son lo mismo unos padres que llevan tarde al colegio a su hijo por primera vez, y tal vez única, que unos que son reiterativos en el comportamiento.
Estos factores hacen que las personas se comporten de forma diferente en la calle. Y también que lo hagan de forma inconsciente.
La tolerancia es un ejemplo claro. Quien transgrede un semáforo en amarillo o en rojo se comporta de forma antisocial; es decir, tiene un comportamiento opuesto a uno de paz.
Hay otros ejemplos: quien acelera su vehículo sobre un charco en tiempo de lluvia y salpica al peatón, al ciclista o al motociclista. Esta persona no tiene el más social de los comportamientos.
Tampoco lo tiene quien supera las velocidades reglamenarias en zonas escolares y residenciales (30 km/h) o en las vías arterias (60 km/h en Bogotá).
Menos, quien parquea en la calle en un sitio prohibido y con ello genera riesgos de siniestralidad vial, al tiempo que causa congestión al inhabilitar completamente un carril para el tránsito vehicular.
Es antisocial quien no respeta las señales de tránsito, alimenta el caos y el desorden y genera riesgos para sí mismo y para la seguridad vial de los demás.
Igual, quien conduce después de beber alcohol o camina o se sube a la bici en estado de embriaguez.
No tiene comportamientos de paz quien se niega a ceder el paso, ya sea en la vía o al tomar el transporte público. Quien no hace la fila para subir al bus o quien toma taxi sobre una vía arteria en lugar de hacerlo en la calle o carrera aferente a esta.
Es condenable el comportamiento de quien burla los controles del sistema de transporte público y viaja sin pagar, ocupando el lugar de quien viaja de forma legal.
Ya es hora de pacificar el tránsito con los aportes en acciones de paz de cada persona que sale a la calle, independientemente del tiempo, el clima meteorológico o psicológico, el motivo del viaje y la aceptación social mayor o menor de la persona.
Acá, un tránsito pacífico depende de la suma de las acciones de todos. Se requiere de trabajo en equipo y de practicar una ética de la movilidad.
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Buen día, comprensible es el
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