Dom, 02/10/2019 - 08:29

Reportero hasta morir

La cabina de radio era tan pequeña, inmensa para mi, que nadie hubiera pensado que podría albergar un mundo nuevo y fascinante por descubrir. Unos pocos micrófonos salían de aquella mesa de madera y se extendían como raíces de un viejo arbol cargado de sabiduría. A un lado un gran vidrio separaba ese espacio, de la consola donde el operador de sonido imprimía su magia. Unos audífonos, los más grandes que me había puesto hasta entonces, apretaban mi cabeza y me hacían vibrar con la música que indicaba que comenzaba 'Hablemos del Agro', el primer programa de radio en el que participé.

Todavía recuerdo, tan nítida, la época en que con catorce años mi mamá me permitió ser parte de su proyecto en 'La Voz del Tolima', la emblemática emisora de Ibagué, la ciudad donde nací. Para ella, fue el primer y único experimento en medios de comunicación, para mi fue el punto de partida en una carrera por vivir que me daría todo lo que soy.

Pensé que iba a dedicar mi vida a la radio. Luego, en los pocos años en que estudié periodismo en la Universidad de Manizales, mi mayor sueño fue trabajar para la Revista Semana. Sus investigaciones sobre el Proceso 8.000 me atrapaban con cada palabra. Los años pasaron y en 1997 nació mi primer hijo, una época de penurias económicas. Recibí una oportunidad, que me dio un primo, en la Emisora Kennedy pero el dinero no alcanzaba y las circunstancias me obligaron a dar un paso al costado.

Cuando pensaba que mi sueño de contar historias se difuminaba entre las necesidades materiales, apareció Otto Neustadtl, un gran periodista, que con los años se convirtió en un muy buen amigo. Con una confianza sin igual me abrió las puertas al maravilloso mundo de la televisión, el único medio en el que hasta ese entonces no quería trabajar. Han pasado más de 20 años y hoy no imagino hacer algo diferente. La emoción que se siente cuando se corre detrás de una noticia es incomparable. Muchos viven para hacer parte de la historia y yo solo vivo para contarla.

Con un micrófono en una mano y una libreta y un lapicero en la otra, siempre acompañado de camarógrafos incondicionales, he recorrido algunos países, he conocido la devastación de la naturaleza en forma de terremotos, huracanes y deslaves. He visto hechos maravillosos pero también he tenido la guerra cara a cara, especialmente aprendiendo del dolor de quienes la sufren.

Hoy, 9 de febrero, se conmemora una vez más, en Colombia, el 'Día del Periodista', recordándonos a quienes ejercemos "el oficio más bello del mundo", que un día como hoy, en 1791, nació 'Papel Periódico', el primer periódico de la capital colombiana. Han pasado más de dos siglos y el periodismo enfrenta nuevos retos. La llegada de las redes sociales y la posibilidad de esparcir rápidamente mentiras o verdades a medias, gracias al internet, nos debe llevar a ser cada día más exigentes con nosotros mismos. La ética y la moral deben estar impresas en nuestra mente para que dirijan nuestras manos al momento de escribir.

Hoy, en el día del periodista colombiano, es momento de recordar la inmensa responsabilidad social que tenemos y no desfallecer nunca en el propósito de construir una sociedad mejor partiendo desde la premisa de que la verdad ha sido, es y será siempre, una piedra fundamental en nuestro ejercicio diario.

A mis colegas y amigos, un grandioso día y gracias por compartir conmigo tantas experiencias que han cimentado relaciones que nos acompañarán por siempre. Seguro que la vida nos permitirá reencontrarnos en cualquier lugar donde se presente una noticia y pasada la adrenalina que se siente cuando se vive la historia, nos sentaremos una vez más a recordar esos grandiosos momentos.

En Twitter e Instagram: @JCAguiarNews

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