Qué tan probable era que coincidiéramos, con tanta distancia de por medio, y que empezáramos a buscarnos, a anhelarnos. Qué tan probable era que fuéramos importantes, que nos metiéramos en los días del otro, que nos contáramos secretos, que habláramos de cosas imposibles.
Qué tan probable era que camináramos hasta encontrarnos, que halláramos un camino, que pasáramos las noches juntos, que despertáramos en el mismo cuarto.
Qué tan probable era todo, después de la distancia, después de ser extraños.
Nos hicimos un camino contra esas probabilidades y en ese camino sumamos causas, conversaciones y rituales y con todo eso construimos ese lenguaje que hoy hablamos, tan íntimo, tan nuestro, tan de estas paredes que hoy son nuestras.
Esta vida improbable que tiene forma de amor es lo que somos. Un amor voluntad, un amor causa. Sumamos y somos un nosotros, somos un mundo compartido, no entre idénticos, pero sí entre iguales. Un amor balanza, eso somos.
Usted y yo somos voluntad. La de seguir a pesar de los miedos, la de ser el espejo del otro, la voz que se vuelve aliento y el abrazo que se vuelve hogar, la voluntad de convertir lo ordinario en extraordinario, de hacer del amor una causa, de querer que siga habiendo camino y de seguir caminando.
Eso somos. Una suma de voluntades. Y también la suma de todas esas probabilidades de no estar juntos y aun así estar.
Y me sigo llenando de preguntas. Qué tan probable era atravesar tormentas uno junto al otro o que saliéramos a caminar agarrados de la mano o que compartiéramos libros. Todo era lejano e improbable y aquí estamos.
Seguimos caminando, seguimos sumando, seguimos viviendo y siendo refugio cuando afuera todo se desmigaja y parece irse por la borda. Seguimos porque usted me suma y yo le sumo y así no libramos nuestras batallas en soledad. Seguimos porque al final del día nos tenemos.
Usted y yo somos eso. Somos la voluntad de que siga habiendo un nosotros. Voluntad que es como decir camino, como decir causa, como decir lucha, como decir amor.
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