Amo, sobre todo, la nobleza de tu corazón, el coraje con que asumes tus batallas, la dignidad con que atraviesas el desierto.
Amo tu rostro erguido frente al viento, tu sonrisa fresca que acalla sinsabores, el silencio noble con que bendices tus lágrimas, tu mirada valiente que persigue nuevas metas.
Puede ser que disfrute tu vehículo, pero no te amo por él; un día será viejo y desgastado, pero tú serás entonces más luminosa, y te amaré más.
Puede ser que disfrutes mi vehículo, pero sueño con que no me ames por él, sino por la mansedumbre de mi corazón, por la dulzura de mi caricia, por la sinceridad de mi compañía.
Veo claramente que no eres tu vehículo, bendito vehículo que te ha traído hasta mí; por esto te amo a ti, más allá de él, sin él, por sobre él.
¡Es un hermoso vehículo, pero te amo a ti!
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Nota: Si le resulta extraño el texto, léalo nuevamente cambiando la palabra "vehículo" por "cuerpo".
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