Todos mienten

Sí, todos mienten, aunque digan defender la Verdad, así, con mayúscula, y estén convencidos de que todos debemos creer su versión, la gran versión de los hechos, ensayada y construida milimétricamente por mandato de cuatro o cinco o seis apellidos para ocultar su ruindad.

Mienten los políticos de oficio, esos que no tienen más ideología que el poder, ese poder al que creen que tienen derecho por herencia y con el que siguen sumando ceros a sus cuentas, y despojando, acumulando y arrasando para quedarse con todo, para que nada se mueva fuera de sus hilos, para que nada ocurra sin su complacencia. Mienten los periodistas, que convierten versiones oficiales en noticias a cambio de favores, visualizaciones, aplausos y algún cargo de vez en cuando.

Mienten los militares sobre sus operaciones, falsean cifras, encubren sus asesinatos y se encaraman en el pedestal de héroes sin tacha para luego llenarle el pecho a algún general de aquellos con medallas y honores.

Mienten todos y con eso encubren, silencian y matan.

Mienten los artistas, que se mueren mil veces en un escenario para resucitar y volver a representar la muerte de tantas y tantos, y que así hacer que las cicatrices de la memoria no se borren. Mienten, a su manera, los músicos, que adornan con arpegios, florituras y arreglos las tristezas mientras cantan y denuncian que hay cosas que han estado y siguen estando mal en el mundo, porque el mundo fue será una porquería, como dice el tango.

Mienten los pintores, que en cada trazo plasman un mundo imposible y retratan las versiones por fuera de la versión oficial, las verdades por fuera de la Verdad.

Mienten los escritores y los poetas, que inventan desgracias y dejan, en sus ficciones, vestigios, testimonios y voces que de otra forma no serían leídas ni escuchadas jamás.

Mienten y así dejan al descubierto las razones detrás de las razones del poder.

Mienten todos y así le muestran al mundo otras verdades, mienten y así nos liberan, o al menos nos dicen que hay que liberarnos.