Nos dijeron y nos advirtieron, tranquilizándonos, o intentando hacerlo, que saldríamos mejor, que seríamos mejores luego de la pandemia del Covid, y, aunque esta todavía no termina, porque seguimos viendo personas que mueren, personas enfermas, consecuencias y efectos secundarios de la medicina, al parecer, ya casi todo pasa, estamos muy cerca, porque también ya casi todos estamos o bien resignados o bien entregados al mundo que nos tocó vivir hoy, luego, si es que ya es luego del Covid. Pero resulta que no todos salimos mejores, no todos crecimos, no todos aprendimos, no todos estamos volviendo el mundo mejor con nuestro andar, porque a quienes les gusta dejar una huella negra en el mundo o sencillamente no pueden evitarlo o no quieren hacer algo para evitarlo, siguen haciéndolo tal cual como se hacía antes del Covid, antes de las guerras mundiales, antes de la alfabetización, antes de que fuéramos considerados una especie mayoritaria o incluso antes de que fuéramos una especie que camina en dos pies. Porque quienes desean solamente lo que desean y no desean lo que muchos desean, es decir, quienes desean sólo lo que quieren y lo que necesitan y no lo que muchos quieren, y, sobre todo, necesitan suelen llevarse por delante como un tractor enloquecido o una especie de huracán asesino a quienes están tranquilamente, por ejemplo, arando el mundo, caminando, comiéndoselo, alimentándose de él o alimentándolo.
Así que, si esto fuera una noticia venida del más allá o de algún otro lugar, diría que seguimos siendo iguales, que seguimos siendo los mismos de antes de esta pandemia y seguiremos siendo los mismos después y aunque venga otra. Ahora bien, la pregunta sería, si es que alguien quiere preguntarse, qué somos o quiénes somos o de qué somos capaces con pandemia, sin pandemia o durante la pandemia. Y es ahí en donde tal vez radica el sentido de la existencia de toda nuestra especie, de todos nosotros, los que han estado, los que están y los que estarán. No nos mantiene ni nos ha mantenido en pie el hecho de hacer y de decir, sino el hecho de pensar, sobre todo pensarnos como elementos útiles para el mundo. Si ahora mismo alguien acá se preguntará cómo lo está haciendo, para qué es bueno, las respuestas no cabrían en este auditorio, ni en esta ciudad, ni en el país, ni en el mundo, porque todos somos buenos para muchas cosas: cocinar, escuchar, bailar, escribir, sumar, restar, cuidar, transportar, en fin, somos útiles para todo. Y, sobre todo, somos útiles y seremos útiles si le somos útiles a quienes no tienen o no encuentran una utilidad para su vida y creen que el mundo no está hecho para ellos y les debe toda su vida.
Casi todos están preguntando ahora, y no es pregunta, porque lo sé, recuerden que sé leer las mentes, que para qué sirvo yo, para qué sirve esta persona que les está hablando sobre lo que pueden servir las demás personas y, más que nada, a ustedes mismos. Pues, para eso mismo. Sirvo para que otros sirvan para algo. Y cuando no sirvo para eso no sirvo para nada. Como casi todas las personas del mundo.
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