Los designios de la vida, de los dioses, de la filosofía, de la poesía y del mundo en general, del universo, para ser más incluyentes, son insondables. Creemos saber de dónde vienen las cosas, porque a lo largo de milenios hemos estudiado, preguntado, hemos intentado, hemos fallado, hemos hecho de todo para poder llegar a una respuesta, pero en realidad no sabemos la gran mayoría de cosas del universo, y, para no irnos tan lejos, tampoco sabemos casi nada de nosotros mismos.
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